martes, abril 28, 2009

Lo que le sucedió al mundo mientras dormías:






La debilidad invade a la carne, los brazos tiemblan y tiemblan
La fuerza cede a los sueños
Y la voluntad va respirando, te pesan las nubes, las sonrisas, los sueños…
La debilidad se apodera de tus huesos y se diluye el tiempo
Un día los cometas sugirieron amarnos
Un día la los cometas convinieron en dejarnos
Un día que empezaba a nacer se rompía
Un día desperté con una pena atada a mis zapatos, y no pude quitarla más.

Un corazón que no podía más



Latía…





El mundo es un oceano de herrumbre

viernes, abril 17, 2009

Diablitos



- Las historias sin dueño o con sueño, son comúnmente edades, son sueño o son asperezas.
El mundo, sin lugar a dudas, es cruel.

Me gusta cómo suena eso. -Con las manos sudorosas y con los labios resecos, la camisa negra sucia de grasa y esas cosas que te caen o mejor dicho, con las que despiertas al dormir en el suelo sucio de la calle- “Caminé por las calles vacías y todas llenas de luz, invaden mi corazón, las calles las luces y los ruidos, se sienten los callejones angostos y los peatones pesados, se reafirman las calles redondas y las rosadas… se instalan, se llenan…”

Y como un pedazo de vidrio clavado en el ojo del que todo lo ve, las angosturas del corazón de los hombres término pintado quam benigna maldad. La tristeza invade comúnmente a los borrachos con la madrugada, aborda cada estrecho rincón de la piel sudorosa y de los pies fríos de pedazos moribundos en cuero putrefacto. ¿Son sueños? ¿Son realidades crueles o son asperezas?

- Invaden mi corazón, invaden mi corazón, invaden mi corazón….

Invaden todas las angosturas los pensamientos, la lejanía y la realidad. Unos pasos más se alejan del camino que lleva a casa, nuevamente en esos caminos tan coloridamente grises muertos y fríos.

- Llévame de la realidad al sueño- Y bebió hasta que el licor coloreó las paredes grises en azul compañía. - Quam amoena.






El mundo no es cruel, es sólo otro incomprendido.


sábado, abril 04, 2009

Ave



- Por favor, por favor aléjate.

Dijo un ave que, mientras volaba, lloraba una gran agonía. Sus alas eran de color plateado y con trazos negros que dibujaban, en la envergadura, una línea delgada que dividía las alas en dos partes, una superior y otra inferior donde las estas eran un poco más parecidas al marfil reluciente; sus patas eran largas y azules, muy parecidas a las de las aves zancudas como las cigüeñas o los flamencos; y su cabeza era una cosita delgada y blanca que colgaba de un cuello largo, con un pico de azul intenso y profundo; unas manchas negras alrededor de los ojos, hacían que estos parezcan dos joyas brillantes que se perdían en el brillo de sus alas; y una tristeza en la mirada que podría destruir el corazón débil del hombre al momento de llevarla en hombros.

La mujer se quedó parada impotente de pronunciar palabra alguna ante esta maravillosa ave prodigiosa que podía hablar, y después de retroceder dos pasos, hacia la puerta por la que había entrado, el ave retomó.

- Da un paso más hacia la lluvia y me sentaré ya tranquila para hablar.

Y así lo hizo. La mujer se deshizo bajo el umbral de la puerta, con el cuerpo sobre el suelo y con la mirada fija en el ave; en su mente sólo se dibujaba una idea latente: - ¿Qué eres? – dijo con una suave voz de niña atemorizada y curiosa, atemorizada y excitada. El ave se sentó como lo hacen los de su especie: una pata arriba y otra abajo, y cerrando las alas dijo en tono solemne:

- Soy todo aquello que se compara en tu mundo, soy todo lo que puede ser apreciado, me llaman belleza y soy todos los lugares del mundo, y sólo en este lugar, en el que no alcanzan tus sueños para imaginar, me mantengo libre y flotando.

- ¿Qué es lo que ocultas tras tu cuerpo, qué hay ahí que no puedo ver?

La mujer encuentra en los secretos, aunque no sean suyos, la verdad divina que les proporciona una seguridad temida por los propios y los simples. El eterno siempre le mira de reojo y le da una palmadita sobre la cabeza, sabe que es natural en su amor el sentir más allá de los rincones lejanos de su alma y eso también lo sabía la belleza.

- Oculto, mí querida, lo mismo que tú llevas oculto al mundo: mi corazón, que a diferencia del tuyo está más cercano a un día muy oscuro para estar despierto y muy claro como para poder dormir. Mi corazón, es un camino sin salidas y conoce el temperamento de las palabras que son dichas para tus oídos, las mismas y que van más y más profundo que las sombras de agua, hasta depositarse sobre las hiedras y esperan poder hablar y mover sus boquitas y poder repetirlas ya calmadas en esas palabras que para ti siempre serán impronunciables. Porque en el corazón también hay hiedras que enmarañan el alma si uno no se cuida, termina lleno de veneno y se duerme sobre el mundo y terminas atrás del silencio de los ríos que nunca brillan. No puedes verlo, porque tu corazón no está oculto, pero nunca lo ves. Nunca podrás ver mi corazón, pero igual que tú, siento cuando alguien se acerca o acecha.

La mujer, sin embargo, no satisfecha con la respuesta, inquirió nuevamente: ¿Y por qué el miedo?

El ave no tardó ni dudó al responder inmediatamente:

- Nunca lo han tocado. Toda la vida he estado pensando eternamente en el sol y su gran plumaje dorado, en la noche y su gran abanico negro de estrellas, en el gris que emana de las nubes y en el pardo de la tierra. Siempre he sido en ellas pero sólo tú has llegado hasta mi morada y has sido en mí. Me siento vulnerada. Me siento angustiada y con dolor. Ahora dime quien eres.

- Yo soy el fin.

Y cogiendo su corazón, lo vertió sobre una copa y se lo bebió.














Allá, donde el silencio brilla entre los ríos.