viernes, mayo 14, 2010

Frío de gallina degollada. Calcetas sucias. Piano - sin sentido- frío, portón. Más frío. El domingo y los colores que no reflejarán nunca más sus ojos





- ¿Cómo te llamas?

- Silvio, un nombre terrible, pero no sé... a veces creo que siempre fui parte de él.

- Yo soy …., pero no estoy triste.

No sé, nunca supe nada en realidad. Creo que mi vida dejó de ser vida al momento de nacer. Creo que ser una historia hubiese sido una realidad más aceptable a mi imperceptible, débil y piadosa existencia. Mi nombre es …, soy mujer y en este lado del planeta, llamarse …. siendo todavía una niña y comenzando a ser una mujer, se siente muy mal .… se siente muy mal ..…

- Me parece que los dos podemos salir de vez en cuando, ¿No crees?

- ¿Te parece? Muchas veces ni siquiera puedo aguantar respirar.

- No importa.

- Soy malo con las fechas.

- Yo soy mala conduciendo y no lo hago. ¿Te parece si olvidamos las fechas juntos?

- Bueno, pero te lo advertí.

Y me besó. Fueron como unos cinco segundos, sus labios secos se distraían ingenuos entre mis labios. Ya había bebido bastante esa noche y Silvio acababa de notarlo.

- Creí que lo decías enserio. Eso de que estemos juntos.

-¿Y yo estaba bromeando?

- Eso parece.

- Eres un estúpido, ¿sabes?

- Es lo único de lo que siempre estuve seguro.

- Eso sólo te hace más tonto.

- Sí, eso no ayuda…

Nos callamos un momento, la fiesta adentro de la sala se hacía más y más sonora con el pasar del silencio, que intentaba pero no podía nacer entre nosotros, Silvio se llevó la mano al cabello y mientras rascaba su cabeza buscaba un cigarrillo en el interior de su chaqueta negra para la lluvia. Cogí mi monedero rosado del bolso y saqué un encendedor con expresión de: “¿Necesitas fuego?” – Silvio no sabía engañar a nadie y con un movimiento torpe de las manos cogió el encendedor. No lo utilizó; dijo pausadamente: no creo que sea correcto. Eso de amar sin siquiera conocer el nombre de a quien se pretende. – Estaba inquieta, quería irme. No sabía como calmar al muchacho así que dije: no vaya a ser que me resfrié, mejor entremos y dejemos esta mierda de lado. Diré que eres muy bueno y que la he pasado bien. Adiós.

Entré y no sabía como seguir cambiando las horas en momentos de placer, así que cuando terminé de ver mis ojos en el espejo encontré a Silvio sentado frente al baño, fumando y con mi encendedor todavía entre los dedos. Me miró y supe que estaba triste, muy triste. Lastima, era un buen encendedor. Caminé despacio alejándome de ese lugar hasta encontrarme de frente con la barra. El cantinero me preguntó que es lo que quería beber y un tipo se ofreció a pagar mi bebida. Yo no estaba contenta. No había nada que pudiese hacer que esa noche mejorara. El tipo ese comenzó a contarme cosas sobre su familia, que vivía no sé cuantas generaciones de mierda en Sucre, que su padre era dueño de la mitad del pueblo, que sus hermanas amigas y putas… no sé, pero era él quien pagaba, así que no tenía derecho a recriminarle su idiotez. Cogimos sólo una vez en toda la noche y cuando él estaba dormido, volví nuevamente al mismo lugar. 2:25 olía a sudor. Volví a ver a Silvio, intentaba mantenerse en pie mientras un guardia lo llevaba hasta la entrada; cuando lo dejaron caer al frió y duro piso de cemento creo que escuché algo como: …..

No sé. Creo que nunca supe nada en realidad, creo que mi vida hubiese sido mejor si nunca hubiese nacido, y me hubiese dedicado a cuento o a policía de tránsito. Quizás son los nombres los que nos dicen cómo vamos a vivir toda nuestra vida; quizás somos todos unas rameras y todos unos borrachos; todos maricones y todos vírgenes.



Eccce homo...… parece que hubiese sido ayer que nos crearon.








Cholas y animales. Colores y domingos


de ausencia