Una vez, ya entrada la noche, esperaba sentado en una banca.
Noche blanca e iluminada por sólo la luna, las estrellas no existían en ese momento, era sólo la luna.
Y blanca como nunca, mostraba claramente las formas que se escurrían en medio de noche, sombras que tienen nombre y oscuras formas que no lo tienen o de tenerlo ya lo han olvidado todos.
Sentado en banca evocaba los viejos recuerdo que se habían cristalizado en mi mente…
Las sombras tenían hambre y les dije que no tenia nada, lo único que llevaba en ese momento eran cigarrillos…
Y para calmarlos, no me quedaba más que agua de mariposas muertas o quizás algo de humo…
Decidí que podía darles algo mió, algo que me gusta mucho:
¿Quizás les apetece una historia antes de dormir?-les dije- Mas sólo sé historias tristes, ¿No importa?
Nadie me respondió, y un silencio me dijo que era hora de la historia…
“Los caminos por los que he recorrido, siempre ha tenido largos descansos, nunca he caminado tanto como para llegar hasta el fuego que no conocen o para mirar de frente a la oscuridad que tan suya es…” salinas, sobrando en un momento de piel fría y los años lentos que transcurren sentado…
“He visto miles de atardeceres, amaneceres y nunca he podido ver completamente el alma de los faunos, ni las miles de mariposas que hasta ahora he matado, he buscado la belleza en la muerte y en la espera de cada día nuevo… en las almas está lo que busco acaso… ¿es necesario seguir matando para intentar verlas?”
Luces del cielo se despejan, y turbulentas luciérnagas negras comenzaban a danzar sobre mi cuerpo…
“Las noches pasan lentas en mi mundo de piel… pero no he dicho nada… hasta ahora”
Los años de desolacion habian acabado con mis historias, ahora los seres de sombra que son tres perros con nombre, con una historia que no tiene fin y un sentimiento capaz de acabar con varios muertos, acaban su hambre en mi carne, que aún respira...
Niebla.