Esperaba creer que el silencio podía quedarse entre nosotros, que las luces de la ciudad y los ruidos de sus almas (tantas almas que fluyen durante estas fechas) quedaban aparte de todo en lo que podríamos creer...
La lluvia se deja caer amable sobre el cabello y el cuerpo de las mujercitas delicadas color té y uvas negras.
Hay que despertar al hombre
Que todos conocemos
Con los dedos hacia el cielo
En el que todos vivimos
El que tenemos dormido en pedazos
Dentro de la niebla
No nos pusimos de cabeza, pero pusimos de cabeza nuestras creencias.
Tenemos las piezas y encontraremos el alma.