miércoles, mayo 21, 2008

Un puñado de polvo



I

En la mañana del 30 de mayo del año que ya se ha olvidado en la ciudad que nadie recuerda, las madres se preparaban a levantarse, para llevar a sus hijos a la escuela, para calentar el desayuno, para preparar el café del marido, para restregar ollas y para oler el frió desde lo profundo de las cavidades de sus manos, Julia Sagastegui Balcazar de Mayo descubrió la impotencia que tenía entre los dedos, la impotencia de sentir el calor en el rostro y la debilidad suya que le obligaba a ser parte de una vida que, sin duda alguna, era un encanto, un sueño de blanco lleno de rosas y pesadas y bellas figuras de hielo perenne flotando en un etéreo e interminable hilo de luz en su rostro, un hilo que le llevaba hasta en reflejo puro en el que su alma habitaba.

La inmediata reacción a esta… “visión” fue tomar la decisión de ocupar el sanitario lo más antes posible. Se sentía dichosa, mucho más esta mañana gris en la que el alba había bañado con su calmada y bella sinfonía su hermoso rostro. Una ola de viento le revolvió el cabello que recorría su espalda guardando sus formas, entonces una débil sonrisa se dibujo en su rostro.

El agua tibia corría sobre su cuerpo desnudo, ocupando todas las depresiones que existen en cada curva y línea de la fina piel femenina. Cómo un chorro de sangre que se disuelve dentro del agua, el vapor que distribuía un olor de limpieza en el ambiente, recordaba a la pureza del hombre al nacer. Cepillaba su cabello y con sus amables dedos sostenía un cepillo rosa con cerdas negras, el cual desprendía ciertos fulgores arcanos al reflejar la luz.

Vistió su cuerpo con ropas ligeras y poco coloridas. Deslizó sobre sus pies descalzos unas zapatillas negras, llevó su desayuno a la boca, levantó su bolso, cogió el sombrero a pesar de que estaba nublado, cogió las llaves.

Cerró con calma la puerta.

Y caminó hasta el cielo con la seguridad que tiene un niño que va de la mano de su madre.

El hombre que estaba montado en un ala se levantó y sonrió hasta más allá de los abismos





Debilitada por tan inquietante visión


Llovía.




miércoles, mayo 07, 2008

Nacht





Tres medias hostias
Como ha dudado mi mente
cuidado...
Como han pasado días han pasado años
Como las noches son aureolas de colores sobre mi cabeza
Es la leyenda de mi alma
como dios un y un puñado de tierra en mi alma
Una copa de vino.
El que gira en una nebulosa a punto de estallar
Hace que rezar sea un lamento
Pistas capilares en incienso
Te quedabas parada, dibujada eterna
Sublime y etérea
Un pedazo de pan.


Y doscientas sensaciones de paz en la piel.