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La verdad que no puedo seguir viendo la vida como lo voy haciendo.
Y no creo que la fe que le tengo a este mundo sea su propia sombra.
Y la más grande diosa que no puedo siquiera ver o sentir, pero no queda duda que no hay más cariño para ella que como un pie descalzo en el frió cemento, no daría más cabida que un salto a la alfombra húmeda por las gotas de lluvia que la han mojado.
Quizás no debería tocarla, pero está aquí, de modo que lo haré.
Ahí vas.
A cuatro pasos del abismo y no hay nadie para detenerte…
Húmeda en un silencio sin fin, cayendo a través de mis ojos, como si no fueras a verme jamás
Te veré harta de vivir, algún día, y agitaras las manos como si nada de esto importara, levantando las manos, como si nada de esto importara.
Todos acaban muriendo.
Un día como el que no quería que jamás sucediera otra vez, esta acabando.
Espera...