Divinocaso

Millones de mundos aparte, colorean tus labios al despertarme cada mañana. Se conforman de rojos tan claros como de rosados tan violentos… y ese blanco tan frío que al perderse en mis ojos encuentra un rincón, donde puede brillar para siempre.

En segundos mostramos tantas cosas como podemos imaginar: una cajita de fósforos, lápices negros y rojos, cambiantes figuras de acción que vienen con los cereales, dulces de colores tan extraños y sabores inolvidables que confunden los deseos de los niños… menta y fresa, chocolate y banana… y son sólo los segundos en los que se pueden recordar todos estos pequeños universos, en los que nos sentimos por fin aparte.

Sé que me voy quedando sin fuerzas, intoxicado por las estrellas y ese humo que se dibuja desde mi nariz; en el cielo cabecitas de niños buenos que se abrazan en un interminable brillo estelar que palpita sobre mi pecho. Y con tanto frío… y ese viento de las luces de la ciudad que cambian constantemente al reflejar la lluvia en lo más infinito del azul y del rojo sensual… y ese amarillo que nos lleva al inolvidable tic tac, de los relojes… nunca supieron que marcan las horas.

Únicamente los dos en lo fragmentado de una noche, se miran, se besan, se acicalan, se lamen, se sienten, se pertenecen, son libres, son constantes, son imágenes puras, son pedazos de tiempo, son eternos, son luces de navidad, son corazones latiendo, son letras, son cuentos.

Es un segundo nada más, si no te importa. Subimos las gradas, dejo esto sobre su cama y antes de que llegue y nos vamos. ¿Te parece? No creo que vayamos a tardar mucho. No, por la llave no te preocupes, un amigo mío vive allí y me consiguió una copia, el abrirá la puerta cuando entremos, dale, va a ser un segundo nada más.

Debo mantener mi corazón despierto, sin ternura. Desarmada en recuerdos ¡Ah! ¡Pero si eres vos! Hijo de puta… como se te olvida, si sigues ahí con tu cadáver dentro de mi mente… hijo de puta… como quieres que te olvide si esperas encontrarte cuando me miras, hijo de puta y más hijo de puta… esperas y no quieres esperar… maldito, maldito… carajo… apenas y olvidarte quiero.

¿Qué nos produce navegar? Son acaso las claudias, las marías, las anas o las yhoannas?
Sin las falsedades, que pesan.

Hay cosas en las que verdad a veces me gusta pensar y como la niebla ya no está más en medio de nosotros, te las diré: es menester para mí decirte que son tuyas las noches en las que la luna se pone colorada, como las velas que aun arden sobre mi pecho. Son tuyas las manos con las cuales acaricio a los perros sin dueño, a las mariposas muertas y mi guitarra. Como las cosas que florecen en mi estomago (a la misma vez que en el tuyo), merecen las mismas atenciones que sus flores, las mías como las suyas y las de las gentes que atraviesan las inmensidades en busca de agua en los desiertos, sobre las lágrimas y sobre los trenes, pero sobre todo un día, como el que he inventado. De todas formas mi corazón también es suyo; aquel al que sus manos enseñaron a rezar mientras agonizaba sus últimas lagrimas en el pasado invierno.

Esperamos las notas de sangre furiosa. Tibias mis manos, son pedazos de blanco

Y a veces el cielo es un azul sin un día en el mundo.

Se pierde.